Las dietas no funcionan.

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Hacer dieta es un proceso que se encuentra entre las experiencias mas ineficientes y mas curiosas del ser humano. ¿Qué otra ocasión hay en que la gente se someta disciplinadamente a privaciones durante días, semanas e incluso meses, con le fin de alcanzar cierto objetivo, para terminar comprobando que tal objetivo comienza a desvirtuarse tan pronto como ha sido alcanzado? Y por si esta experiencia no fuera suficientemente frustrante, muchas personas que hacen dieta se someten regularmente a este proceso y pierden con gran entusiasmo, y durante corto tiempo, algunos kilos para recupearlos después. 

También es conocido como el "efecto rebote."

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Las personas se agotan mental, física, espiritual y emocionalmente, buscando siempre un resultado permanente que no encuentran jamás. Y esta búsqueda interminable crea el exceso de estrés y el trastorno emocional que tan bien conocen quienes hacen dieta. 

Pero preguntémonos, de todas maneras, qué es una dieta. La gente no cede a sus propios caprichos hasta llegar a un punto en que ya no puede mirarse al espejo, o en que se encuentra con que la ropa ya no le queda. Entonces a regañadientes, se obliga a «hacer dieta» para compensar así el exceso de tolerancia. Es como correr a echar llave a la puerta del garaje cuando alguien se ha llevado ya el coche. Es demasiado tarde; el daño ya está hecho. El «remedio» para estos  exceso es generalmente la privación, y casi todas las «dietas curativas» que se ofrecen hoy en el mercado exigen que quien las sigue rebaje de peso al precio que sea. Los planes dietéticos son una forma sumamente cara de perder peso, y muchas veces su costo real es el bienestar y la salud de la persona. 

¿Por qué no funcionan las dietas?   

La respuesta es, en realidad, muy simple. ¿En qué piensa uno cuando está haciendo dieta? Tal como me sucedía a mí, generalmente está pensando en lo que va a comer cuando finalmente haya terminado con esa dura prueba. ¿Como es posible tener éxito con una dieta si uno no piensa más que en comer? La privación no es la forma de lograr una pérdida de peso saludable y permanente. Generalmente, es la causa de que después uno se atiborre, con lo cual se complica el problema. Entre los privarse y atiborrarse se establece un círculo vicioso, que es precisamente uno de los muchos inconvenientes de las dietas. 

Otro problema es que las dietas son temporales; por consiguiente, también los resultados tienen que ser temporales. Quizás tu quieras ser una persona delgada: ¿temporal o permanentemente? Las medidas permanentes dan resultados permanentes, y las temporales, resultados temporales.

¿Estoy seguro que han escuchado esta queja: «He probado todas las dietas que conozco, y ninguna me ha resultado»? ¿Por qué han probado todas las dietas? Si las han probado todas, sin obtener éxito, es porque hacer dieta es encarar mal el problema. Las dietas fallan por lo que llevan implícito de disciplina forzada, algo que muy pocas personas pueden aguantar con éxito cuando se trata de comida.   

pero sin embargo son muchos los que, al no tener otra alternativa, siguen haciendo lo que siempre han hecho – dieta – porque jamás les han ofrecido otra alternativa viable. Siguen en busca de esa única respuesta que, de una vez por todas, le pondrá término a la batalla de los centímetros y los kilos. 

 

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¿Por qué sucede el efecto rebote?

Cuando nos ponemos a dieta, nuestro organismo pasa por una brusca etapa de confusión, mientras intenta adaptarse al nuevo régimen. Después, cuándo el régimen termina, tiene que readaptarse al modelo antiguo. Es como tomar una varilla de metal y empezar a doblarla y doblarla: finalmente, se debilita y se rompe. si sometemos nuestro cuerpo a este proceso de adaptación una y otra vez, terminará por debilitarse hasta que sobrevenga un colapso. 

Es obvio que la gente, se ha cansado de pensar en hacer dieta. Reina la confusión y la frustración, porque la mayoría de las dietas se contradicen entre ellas. Y cuando las supuestas autoridades no se ponen de acuerdo, ¿qué podemos creer todas las demás personas? Una dieta popular dice que hay que comer principalmente proteínas y muy pocos carbohidratos. Otra, no menos popular, sostiene que hay que comer principalmente carbohidratos y muy pocas proteínas. ¿Puede ser que acierten ambas? Otro plan dice que hay que comer cualquier cosa que le apetezca a uno en ese momento, y después de hacerlo bajar con piñas y papayas. También está el que dice que comamos una pequeña combinación de todo lo que nos guste, pero que no nos olvidemos de hacer ejercicio, y destaca además el pensamiento positivo. Y hay otra «dieta» que te dice que comamos cualquier cosa que se nos ocurra pero que no nos olvidemos de pesarlo. Muchas dietas se limitan a apoyarse en un tedioso recuento de calorías. La mas peligrosa de todas es el último grito de la moda dietética que sustituye la comida tradicional por fármacos y «polvos nutritivos.» Todavía no se han estimado el coste de estas variantes en función del bienestar de la gente.  

 

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¿Entonces qué alternativa nos queda?

Lo que aquí presentamos es de sentido común, que la gente puede usar para determinar por si misma lo que le va mejor. Es hora de que volvamos a asumir el control y la responsabilidad que esgrimen quienes se lo pasan discutiendo quién tiene la respuesta correcta. Lo que ofrecemos como alternativa es un enfoque nuevo, una nueva manera de pensar una nueva manera de comer, de modo que las dietas pasen a ser tan innecesarias y a estar tan pasadas de moda como los sellos para lacrar.

Dejemos de hacer dieta.

Fue lo que hice. Finalmente, me harté y abandoné las dietas, decidido a encontrar una respuesta que tuviera sentido para mí, que fuera razonable y permanente. Después de tres años de volverme loco con dietas, se me hizo evidente que lo que necesitaba era aprender la manera de cuidar adecuadamente de mi cuerpo. Lo que quería encontrar era una orientación que me enseñara a adquirir y mantener aquel cuerpo esbelto y sano que -como yo bien sabia- llevaba dentro. 

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